viernes, 18 de enero de 2019





                         


                                Leer es un placer inconmensurable, al menos para mi.
       Por que será que a veces pasamos tanto tiempo sin hacerlo?
       Seguramente es por lo mismo que dejo de escribir…y me enrollo con las                 cotidianeidades que me asfixian…
       Los seres humanos, o  al menos yo, somos tan predecibles….basta con que nos sintamos genial con algo, para que luego nos boicoteemos y dejemos de hacerlo.
       Asi fue con el gym, con natación, con las caminatas, con todo….boicot: método sistemático de asfixia existencial que te lleva … a ningún lado, solo te deja tirado en el círculo de confort mas execrable.
      Y de repente abrí el blog, y me gusto lo que lei…y me teletransporte a dos años atrás….y me digo, que bueno esto de dejar impreso momentos de la vida….
      Y después me corro al blog de Javier, y allí me deleito con un genio romántico y sensible, que me lleva del llanto a la sonrisa en un suspirar..
     O me corro al blog de Juan y la profundidad y el estudio del ser humano ( no tan humano a veces) me deja pensando un largo rato…
     Y entonces me siento frente a la notebook, y empiezo a teclear, simplemente escribiendo lo que va pasando por el lector de mi cerebro….sin elegir…como viene, creo que le llaman escritura espontanea o algo asi.
     Claro, a veces sale alguna de esas expresiones que mi vieja llamaba “malas palabras”, y que no se porque se clasificaron distintas…..la verdad que no lo se….
     Pero bueno, asi es como vuelvo al blog, y aquí estoy, tecleando mientras escucho “Marinero” en Spotify…. 

      Y me entusiasma la idea de recuperar el humor de esta manera, mientras descomprimo mi cerebro, y salen algunos de los miles de pensamientos que juegan al  Marco Polo sin pileta….
        

Me dijeron que después de la tormenta siempre llega la calma. Que lo malo no es tan malo como parece, y que después de lo bueno, viene lo mejor. Me dijeron que la cara con una sonrisa cambia. Y eso hice, sonreír. Porque también me dijeron que la línea que más debes de cuidar es la de tu sonrisa. Que nadie debe quitártela. Me dijeron que los problemas no se solucionan si no se afrontan. Que hay que trabajar duro para conseguir lo que se quiere. Que solo si se quiere, se puede. Me dijeron que las oportunidades llegan, y es elección tuya cogerla o dejarla ir. Me dijeron que los pequeños detalles son los que cuentan. Que pequeños instantes son grandes momentos. Y que hay que aprovechar cada segundo que te da la vida. Puede ser el último.

Me dijeron que no hay que tener miedo. Que eso es solo algo psicológico. Me dijeron que sólo cuando no piensas en lo que va a pasar, empiezas a disfrutar de lo que está pasando. Y que cuando dejas de tener miedo, es cuando también empiezas a disfrutar. Me dijeron que las cosas claras, y el chocolate espeso. Que todo saldrá bien. Y que todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar.
Me dijeron que no a cualquiera se le llama amigo. Y yo tuve la suerte de conocer a quién realmente lo merecía. Me dijeron que la familia no se elige. Y para qué. Si me tocó la mejor. Me dijeron que no hay mal que por bien no venga. Que las batallas más duras están para los luchadores. Para los que se atreven. Para los que tienen la valentía de arriesgar. Y ganar. O perder pero saber levantarse.
Me dijeron que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Y yo ya estoy nervioso. Me dijeron que llorar nunca fue de cobardes. Y que hay que reír hasta que te duela la barriga. Porque eso sí que sienta bien.
Me dijeron que tú y yo siempre es una buena idea. Que no debemos estar con alguien porque sin ella morimos, sino porque con ella vivimos. Me dijeron que hay que mirar el vaso medio lleno. Que hay que pasar página. Y que una hoja en blanco solo es el comienzo de algo. Y que no hay nada imposible.
Me dijeron que entre el blanco y el negro hay una amplia gama de grises. Pero yo soy más de colores. Me dijeron que antes de decir no me gusta, hay que probarlo. Que los domingos no son tan malos si sabes con quién compartirlos.
Me dijeron que no desperdiciase ni una sola oportunidad. Ni un solo segundo. Que el tiempo pasa volando. Y cuando pasen unos años, sólo querremos volver. Pero ya será tarde. Me dijeron que así se es mucho más feliz. Me dijeron tantas cosas. Tantas. Que las apliqué una a una.
Me dijeron que lo mejor aún está por venir.